Padres sanos que fomentan la Autonomía

Continuando con la temática planteada en mi nota anterior -en aquella me referí fundamentalmente a los hijos- en ésta iré al “¿Qué nos pasa a los padres?” Cabe preguntarnos: ¿Qué lugar ocupamos en formar hijos autónomos? ¿Cuál es el grado de responsabilidad que como padres nos cabe en esta cuestión?

SIN-DIVÁN-F1Sabemos que los hijos de la postguerra no son los de hoy, y tampoco lo son los padres. Estos nuevos padres se han convertido en DADORES PROFESIONALES, en  “te doy lo que me faltó, lo que mis padres no pudieron darme”, tratando de compensar así las propias carencias. ¿Les hacemos un bien? NO. ¿Fijamos reglas claras en la relación padres-hijos? NO. Al tachar y anular esas vivencias, pierdo lo “bueno y lo malo”, y algunas de esas mismas privaciones de la infancia son las que, justamente, más tarde han llevado al camino de revertir situaciones.

Saltan de esta forma, aquella etapa que sus padres transitaron: comenzar por el principio, ir despacio, la persistencia, la capacidad de espera, el ahorro,  la tolerancia a la frustración, la paciencia, la gratitud, entre otros, y fundamentalmente “el deseo” a buscar por sus propios medios y cumplir los sueños. Entonces los hijos lo quieren “Todo” y lo quieren “¡Ya!”.

Se entrecruza, siguiendo este vínculo,  con otro eje: el DAR. Y en ese DAR, en ese ser generosos con las personas que queremos,  no podemos negar el placer que nos brinda damos al otro; y, en ese acto,  nos estamos dando a nosotros mismos. Merece un lugar especial lo gratificante que resulta el DAR, a los hijos. Los hijos se los “vive” como una prolongación de nosotros mismos, no son como otros; y, por ello, es un vínculo diferente a cualquiera. Pero en ese “darle” a los hijos, muchos se han excedido.

Asimismo, hoy en día es común, escuchar en mesa de adultos y padres, “jactarse” del “Papito banca”, que alude a adultos que aparte de los hijos mantienen y sostienen a muchos; pareciera que a más cantidad de personas mayor es el “status” (incluye yernos, nueras y nietos muchas veces).

El Amor implica aceptar, soltar, empujar, facilitar, promover espacios de cada vez más autonomía e independencia. El Amor siempre es bueno y maravilloso, y siempre hace crecer. En el nombre del Amor, muchos padres hacen cosas que no tienen que ver con el Amor,  y sí, con propias sensaciones narcisistas, de poder, de manipulación….de no dejar SER.

Padres saludables muestran a los hijos los caminos de la  autonomía y la independencia económica. Lo saludable es que los hijos se suelten solos, pero a determinado momento; si ellos no lo hacen o hicieron, en beneficio de todas las partes involucradas, habría que empujarlos en ese sentido. ¿Y cómo se hace???? Dejando la idea que hay una sola forma de vivir y atravesando el duelo de lo que nos gustaría que nuestros hijos sean… el “porque Si ellos fueran”, el “no pueden SER”.

Tal vez y seguramente tendrán que bajarse de algunas cuestiones….para que eso, también, les haga tomar nuevas decisiones. Que paguen los costos de la Autonomía que siempre serán baratos al lado de los de la dependencia.

Se puede ayudar a los hijos porque se quiere y en alguna situación particular. Pero debemos comprender, padres e hijos, que la “obligación” de padres termina. Hay un tiempo para devolver a los hijos la responsabilidad de la propia vida y que, muchas veces, no es conveniente ayudar todo lo que uno puede, al máximo.

Es así como los mismos padres, muchos con esfuerzo y exigencia,  en ocasiones, en charlas con congéneres o en una sesión de terapia, confiesan “estar cansados”, y denuncian el sentimiento de soledad y  de cansancio por empujar “solos del carro”.

Me recuerda al poema de Sor Juana Inés de la Cruz….  “Hombres necios que acusáis”… que parafraseando podríamos decir ….”Padres necios que acusáis a los hijos con razón, no viendo que sois la ocasión….de lo mismo que perpetúas….y de las cadenas que fomentáis”.

Estas cuestiones fomentan  hijos con baja autoestima, sin autoconfianza, sin sentirse valiosos ni orgullosos por ser quienes son. Los convierten en seres dependientes. “Vos sólo no podés”, “ Lo que vos hacés no vale”, “Si no hacés lo que yo te digo…” , “haceme caso…” son algunas de las voces que estos mensajes conllevan. En este juego de poder, los adultos y padres, contamos con los años vividos, la experiencia y el dinero.

Para zafar de esto, los hijos tienen que ser rebeldes, asertivos, con autoconfianza, sin miedos y con un equilibrio que a estas edades, y sin camino hecho, son ingredientes que faltan en la receta. Y crean un círculo que de a poco se instala en la bronca, la competencia y resentimiento; y como suele ser  costumbre de quien no se hace cargo de sus elecciones: hechan las culpas afuera, los responsables siempre son los otros, y no “ven” cuál es la parte que les toca en todo esto.

Ser padres es también SOLTAR, podemos aprender de la naturaleza y los animales: cuando están listos, cuando están preparados,  parten y vuelan. Llegado un momento de la vida, los padres debemos decirles a nuestros hijos: “Lo que te di hasta acá fue con mucho gusto e inmenso placer y amor; pero de ahora en más, quiero empezar a ver el espectáculo de verte desplegar todos los recursos que te acercamos y tomaste”. Esto es fijar reglas claras, es fijar límites.

Podría ser también que nuestros hijos  elijan no desplegar todos los recursos recibidos y en ese caso, también, tendrán ellos que correr los riesgos y costos propios. Pero los padres,  no. Hay que soltar. En tal caso será nuestro deber el respetar su elección. Yo quiero  hijos y adultos  saludables, y la Autonomía es condición para la Salud Mental; y la independencia económica es condición para la Autonomía.

Medio: La Hora de Jamundi
VER NOTA COMPLETA

 

Compartir en:

También te puede interesar